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lunes, 6 de mayo de 2013

El talentoso pianista Iván Rutkauskas junto a la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires


El jueves 16 de mayo a las 20:30 horas, la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, con la dirección de su maestro titular Enrique Arturo Diemecke, ofrecerá su sexto concierto del abono 2013 en el Teatro Colón. Participará como solista el joven pianista Iván Rutkauskas. El programa incluye el Concierto Nº1 para piano y orquesta en Mi menor, Op. 11 de Frédéric Chopin (1810-1849) y, en el mes del centenario de su estreno, La consagración de la primavera de Igor Stravinski (1882-1971).


La Orquesta Filarmónica de Buenos Aires obtuvo dos Premios Konex de Platino como la mejor orquesta argentina de las últimas dos décadas, en 1999 y en 2009. En abril de este año recibió la distinción “Mejor Orquesta Sinfónica Argentina” de 2012, otorgada por la Asociación de Críticos Musicales de la Argentina.

Desde 2007, el maestro mexicano Enrique Arturo Diemecke es director musical de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. Como director artístico este año realiza su segunda temporada al frente de la Filarmónica de Bogotá, la duodécima con la Sinfónica de Long Beach (California) y la vigesimocuarta con la Sinfónica de Flint (Michigan). Dirige con frecuencia orquestas de todo el mundo. La Sociedad Mahler le otorgó una medalla por sus versiones de las sinfonías completas y fue galardonado con el Grand Prix de l'Académie du Disque Lyrique en varias ocasiones.

Iván Rutkauskas nació en 1989. Discípulo de Antonio De Raco, ganó el primer premio del Concurso Banco Mayo (1997, categoría infantil) y en 2001 fue elegido por Daniel Barenboim para una clase magistral llevada a cabo en el Teatro Colón. Desde 2002 realizó cursos de perfeccionamiento con Aquiles Delle Vigne en Italia, Austria y Holanda. Actuó junto a las principales orquestas argentinas y en los más importantes ciclos y festivales; y como invitado, en diversas salas europeas. Desde 2010 se desempeña como maestro interno del Teatro Colón.

Los dos conciertos para piano de Chopin son obras tempranas que datan de sus últimos años en Varsovia, poco antes de trasladarse a Viena. Los compuso para darse a conocer como intérprete y compositor utilizando al máximo las posibilidades de lucimiento del instrumento, como lo habían hecho los virtuosos Hummel y Kalkbrenner. El Concierto Nº 1 (1830) fue el primero en publicarse, pero no el primero que escribió. En un entorno poético y romántico, se destacan la hábil conducción de los desarrollos, la elección de temas y las audacias armónicas.

La consagración de la primavera (1913), tercero de los ballets que Stravinski escribió para los Ballets Rusos de Diaghilev, surgió de una visión. Imaginó un rito pagano en el cual los ancianos sabios, sentados en círculo, observaban a una joven muchacha bailando hasta la muerte; la sacrificaban para ofrendarla al dios de la primavera. Hito en la música del siglo XX, su carácter innovador radica en la supremacía del ritmo, independizado de su tradicional función de sostén melódico. La melodía y la armonía, aunque tienen un enfoque único, se subordinan al ritmo con una orquestación muy imaginativa.


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