Sarah Ferguson es uno de los versos más libres y también más queridos de la casa real británica, y ahora, a las puertas de cumplir 60 años el próximo martes, ella misma asegura sentirse «sexy, atrevida y súper descarada». Readmitida en los círculos de la realeza, actuando como apoyo para su ex marido, el príncipe Andrés, en el escándalo del caso Epstein y a las puertas de casar a su segunda hija, la princesa Beatriz, la duquesa de York cumple más de tres décadas en uno de los focos mediáticos más exigentes.
«Me gustaría ser una abuela de esas a las que pueden acusar de ser hipocondríacas. No lo digo en broma, quiero tomármelo muy en serio, solo tenemos una vida», reconoce la ex nuera de la reina. Su cumpleaños llega en un momento delicado en el que Fergie, como se la conoce cariñosamente, deberá afrontar una gran cantidad de retos, y no todos precisamente amables.
El primero y más importante de ellos es el frente que tiene abierto el príncipe Andrés por su vinculación con el caso Epstein. El ex magnate y multimillonario, que fue amigo cercano del duque durante varios años, se suicidó en su celda el pasado 10 de agosto después de ser acusado de varios cargos por tráfico sexual, pero dejó tras de sí un legado que amenaza con salpicar a múltiples personalidades.
Entre la documentación que la policía recopiló y las historias publicadas en la prensa, han aparecido numerosas fotografías, vídeos y anécdotas que vinculan al hijo de la reina Isabel con la ‘mansión de los horrores’ que el multimillonario tenía en Nueva York, lo que terminó apartándole temporalmente de la vida pública.
Tras su refugio veraniego en Sotogrande, un complejo exclusivo al sur de España donde se dedicó a jugar al golf y donde Sarah fue vital para aislarle de la tormenta mediática, Andrés ya se ha reincorporado, aunque poco a poco, a la actividad de su cargo. «Él está siendo asesorado sobre cómo proteger su reputación, mientras que Fergie continúa completamente comprometida con él y se siente orgullosa de estar junto a su hombre en uno de los momentos más complicados de su vida», reconocía recientemente una fuente del Palacio de Buckingham a The Sun.
Divorciados desde 1996 después de 10 años de matrimonio y en medio de un gran escándalo para la casa real británica, algo que nunca le perdonará el duque de Edimburgo -en especial la fotografía de uno de sus amantes chupándole el dedo gordo del pie-, los rumores sobre su posible reconciliación amorosa han sido constantes desde hace una década y eso que Fergie llegó a utilizar el nombre de su ex para pedir dinero, como se demostró en unas grabaciones.
Concretamente desde 2008, cuando Fergie se mudó de nuevo al Royal Lodge de Windsor en calidad de amiga de su ex, con quien mantiene una excelente relación y junto al que, según ella, se ha convertido en «un ejemplo de paternidad» a pesar de que el matrimonio no funcionase. Aun así, la duquesa de York vive la mayor parte del tiempo en Verbier, Suiza, donde tiene un chalet de esquí que comparte con Andrés: «Somos la pareja de divorciados más feliz del mundo. Nos hemos separado en cuanto a nuestro matrimonio, pero no el uno del otro», aseguraba recientemente en el Daily Mail.
Lo que le ha abierto las puertas de la casa real de nuevo y le ha llevado incluso a veranear este año con la reina en Balmoral es el desinterés que ella misma asegura tener por lo material. A pesar de haberse llevado una cifra que ronda los 4 millones de euros del divorcio, Ferguson contó durante una entrevista con Harpers Bazaar el encuentro que tuvo con la monarca al respecto: «Ella me preguntó que qué era lo que necesitaba, y yo le respondí que su amistad. Creo que eso le sorprendió, todo el mundo pensaba que exigiría un buen acuerdo».
BODA REAL
Eso, unido al excelente trato que tiene con su hijo y la forma en que cuida de sus nietas, las princesas Beatriz y Eugenia, de las que dicen que son de las favoritas de la reina, han propiciado que las puertas de palacio vuelvan a estar abiertas de par en par para ella, aunque siempre con la salvedad del príncipe Felipe, que a sus 98 años no parece estar dispuesto a cambiar de opinión.
Tal es el poder que Fergie tiene que incluso se rumorea que vetó a Camila Parker Bowles, la amante y ahora esposa del príncipe Carlos, de la boda de su hija menor con Jack Brooksbank, aunque desde la casa real lo justificaron por un evento que tenía concertado previamente con un colegio escocés. Está por ver también si Ferguson y su hija Beatriz, que ha anunciado su compromiso para la primavera del año que viene con Edoardo Mapelli Mozzi, deciden materializar un conflicto con los duques de Sussex, con el que se ha especulado mucho durante el último año.
A pesar de que Eugenia se ha mostrado siempre cercana a Meghan y Enrique, durante los últimos meses, según los tabloides británicos no les habría sentado nada bien que anunciasen el embarazo de su primer hijo durante la ceremonia, por lo que podrían estar pensándose invitarlos al próximo enlace, que supondrá la cuarta boda real en menos de dos años. Ese día madre e hija entrarán en la historia, ya que Sarah será la primera mujer en aparecer en las actas de una boda real y Beatriz la primera princesa madrastra de la historia de la casa real británica, ya que su prometido tiene un hijo.
CONTROL DE PESO
En lo personal, Sarah asegura sentirse mejor que nunca. Después de confesar en el programa Viva la vida que la llamaban la duquesa de Pork, lidera una campaña contra el sobrepeso, vigila «cuidadosamente» su alimentación y hace «un montón de ejercicio en casa». «Se llegó a decir que el 82% de la gente prefería acostarse con una cabra antes que conmigo», recordó entonces ella en el programa de Telecinco. «Siempre he tenido un problema con eso, porque cuando una persona está triste y desanimada, come, y eso es lo que hice yo durante muchos años. Era una comedora emocional que recurría a la comida para intentar compensar los sentimientos cuando la vida se ponía difícil».
Ahora, a punto de cumplir 60 años y derrochando «lágrimas de alegría» por el compromiso de su hija mayor con un hombre al que ella misma conoce «desde que él tenía 4 años», la duquesa de York se prepara para afrontar una de las etapas más importantes de su vida, una en la que deberá coger las riendas y ocupar, aunque no sea miembro de forma oficial, su lugar dentro de la casa real inglesa.
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